domingo, 21 de febrero de 2016

Cuenta la leyenda (mentira, no cuenta la leyenda)

Cuenta la leyenda (mentira, no cuenta la leyenda, 
pero queda tan bien empezar así una historia) que se encontraron un día la tristeza y la furia para compartir ideas, pensamientos. La noche era todavía larga cuando la furia confesó estar enamorada de la tristeza desde el primer día. La tristeza no necesariamente compartía el sentimiento, pero como de costumbre se dejó llevar sin demasiadas ganas a la que sería una sorprendente noche.



No tenía planeado pasar demasiado rato al lado de la furia, pero lo hizo, la noche entera. Al día siguiente, como de costumbre, con prisa y a paso errante, la furia se fue, equivocándose de vestido al marcharse por la puerta, vestida de tristeza. 
Ya no volvieron a tener contacto. Al despertarse horas más tarde, la tristeza sorprendida vio que su vestido no estaba. Todos sabemos lo poco que le gusta a ella salir al desnudo, así que se puso lo único que podía vestir en ese momento, los ropajes de la furia.
Esta es la historia de como la paciencia puede hacernos ver que lo que a primera vista es furia no es más que tristeza mal vestida.
Autor: Nhoa Winter

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