martes, 17 de febrero de 2015

Oda a Lía

Cuando llegó, 
lo hizo  apenas sin avisar, con decisión y agilidad. 
Y se plantó en el planeta así, chiquita, callada.
Su madre se tragó las ganas 
de repetirla con su nombre, 
y sólo se atrevió a copiarle dos letras,
Y ya el resto, una A,
abierta al viento, abierta a todo.
A de todos los Ahoras que se viven, 
de todas las Aves que vuelan,
de todas las Alas que baten, 
de todas las  Amigas que ríen, 
de las Aguas que corren, 
las Almas que Aman.

Y así es que Lía llena el espacio de risas, 
así como el silencio de motivos.
Canta la alegría y se derrama por su sonrisa.
Arrastra el tedio por la baldosa
hasta volverlo una fina línea invisible bajo sus pies.
Derrumba melancolías con llaves especiales, 
demoledoras de tristeza,
hasta que las hace languidecer 
y morir por insistencia aplastante.


Acurruca su timidez, que sabe ingenua, 
y levanta la nariz desafiante.
Apapacha los cariños que regala
con abrazos tan intensos como ella.
Quiere desde el Alma como leona a sus cachorros.
Sufre con la intensidad de la tormenta, 
estalla como ella, después se aquieta, 
y aprende a aprender del alma que la habita.
Ese Alma que llega siempre segundos
antes de que ella aparezca,
anunciando sus pasos con perfume
de polvo mágico de colorines.


Ella nació tan pequeña, y tan grande a la vez!







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